Por los jardines hay una metáfora que emerge de una figura metálica, que se posa a la entrada de la facultad y que personifica a Helios, el Dios del Sol. Es ahora la Isla de Rodas la facultad y por tanto, el Dios está más cerca de los navegantes que parece no entender.
Obra «Rodas», creada por Willy Villanueva en la entrada de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua.
Mi mejilla metálica casi llega a percibir las pequeñas patitas de una araña. A veces, muy cerca de mí también veo navegantes que esperan, impacientes, algún barco que los recogerá. Lo cierto es que como tengo la divinidad no sólo dentro de mí, sino fuera, porque el sol promete no dejar a nadie sin cobijo, incluso de noche, cuando Selene, la luna, proyecta mi luz sobre su cuerpo celeste.
Hay espacios de esta isla que no cobijo totalmente, son gobernados por los árboles, dándoles lugar cómodo a aquellos navegantes, que se llaman a sí mismos estudiantes. Cuando mi espíritu está aburrido de poseer aquella cabeza metálica, los veo: permanecen acostados o sentados sobre el agua, que insisten llamar césped, en esos barcos que parecen no ver. Otros, prefieren sentarse en los bordes, en las piedras o en la tierra que existe alrededor del agua, que ellos le llaman bancas.
Hay momentos en mi recorrido, en que los escucho gritar cuando ven un mamífero de cola esponjosa sobre el… césped, que alimentan y al hacerlo veo cómo sus espíritus se elevan, se tornan más cálidos y permanecen fortuitamente contentos. Incluso sacan, recurrentemente, unos objetos brillantes y apuntan hacia ellos. Yo, la primera vez que los vi pensé que era un arma, que mataría, ipso facto, al mamífero dientón, pero no. Le llaman celular y creo que su principal función es ser brújula, porque todos la llevan a todos lados y la ven por mucho tiempo, incluso navegando por el agua.
Tienen otros, exactamente iguales, que los llaman diferentes y yo creo que son los mapas. Usan un tono marcadito y espaciado: ayfon. ¿Ay, fon? ¿Qué será fon? Tienen palabras raras, por ejemplo, tienden a repetir la palabra güey o güe al terminar cada oración. También tratan de invocar dioses, gritándoles tan fuerte y efusivamente, al ay, fon pegado a la oreja. ¿A qué Dios se le invoca gritándole a un mapa?
Al navegar un poco más allá, me di cuenta de que hay una revuelta, la de la dominación macedonia. Los macedonios, que se hacen llamar estudiantes de derecho y otros, con vestimenta rara, de odontología.
Tiempo después entendí, mientras escuchaba una conversación, muy cerca de mi oído, que la comunidad de Rodas está siendo atacada en su Casa del Búho, donde tienden a permanecer parados mucho tiempo para esperar sus alimentos. La invasión de los macedonios hace que el tiempo sea más largo y causa estragos a los navegantes nativos, que miran con disgusto el territorio lleno, llenísimo.
He notado que la dominación es tan grande que ya atacaron, enfrente de mis propias narices, con una bandera naranja, deforme y de aspecto bastante sólido, que reza Facultad de derecho. Pero no hay divinidad dentro de ella, como conmigo.
Tampoco entiendo qué calidad de navegantes son estos, si es que tienen algo que ver con la divinidad. Hubo un tiempo que yo los declaré muertos: no había esos parloteos sobre las odiosas materias de relleno, sus frases terminadas en güey y hubo una disminución considerable de ruido, por ejemplo, de aquellos zumbidos eléctricos, que suenan más en verano y se lo atribuyen a algo llamado ventiladores. Por fortuna, seguían cantando los pájaros. Noté, eso sí, la tristeza de los dientones, débiles y flacuchos.
Creo que Hades los perdonó, porque regresaron. Esta vez con un pequeño trozo de tela sobre la mitad de su rostro, cubriéndolo. Los jadeos de esas almas apresuradas representan un problema para los que usan cristales sobre sus ojos: se los empañan. Vi a muchos, tener que retrasarse aún más, con una especie de líquido pegajoso, no sé, creo que era un moco, porque muchos lo veían con pesadumbre mientras lo frotaban sobre sus manos.
Creo que el mayor problema de los navegantes es que son ciegos y dramáticos. La mayoría de las veces me tengo que enterar sobre problemas que no tienen real trascendencia, pero la tienen para ellos. Manejar el barco con esa tela sobre sus rostros parece fastidiarlos. Yo pienso que tal vez Hades los mandó a callar un poco, pero eso no ha bastado. Están ciegos, lo que son olas gigantes, lo llaman edificios: Edificio C, biblioteca… sigo sin comprenderlos.
Tampoco entiendo por qué a diario, todos tienen en su mano esos objetos rectangulares y brillantes. Todo el tiempo navegan sin ver al frente sino a sus celulares, que he pensado, decepcionado, no son sus mapas, ni sus brújulas.
Tienen suerte: yo descanso sobre sus cuerpos, formando sus siluetas sobre lo que llaman piso, protejo la isla de banderas sin espíritus divinos, los persigo con la vista y hago, que cada ser, sea traspasado por mi luz, aunque el día parezca helado, nublado y gris: yo prometo no dejarlos.
Obra «Rodas», creada por Willy Villanueva en la entrada de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua.
Leyenda de la obra «Rodas» de Willy Villanueva.