“Teníamos que tener un grupo de muchachos que vinieran con nosotras para protegernos. Como mujeres, teníamos que mantenernos en medio y el auto del coach siempre estaba siguiéndonos” relato en una ocasión Mosomah Alizada para BBC, sobre el equipo Nacional de Ciclismo de Afganistán conformado por ella y otras mujeres, mismo que fue nominado más tarde al Premio Nobel de la Paz 2016.
Masomah Alizada es afgana, mujer y… aficionada al ciclismo. A los ojos del mundo occidental, la práctica del ciclismo como deporte y pasatiempo no supone ninguna atención fuera de lo normal, pero no ocurre lo mismo en el ambiente originario de Alizada, que la práctica de este deporte le suponen insultos y amenazas.
Para los talibanes, la práctica deportiva femenina es un mal ejemplo para otras mujeres ya que consideran que no tienen derecho al ciclismo y en general, a ningún otro deporte, lo cual, a Masomah le parece irónico ya que muchas personas en la comunidad se transportan en burro y ella apunta que realmente no hay grandes diferencias entre las dos prácticas.
Sin embargo, las amenazas tenían orígenes ya muy remotos, cuando ella tenía apenas un año y medio y gracias a que el Regimen Taliban dominaba al país, su familia se vio forzada a huir de Afganistán a Irán y durante esos años obtuvieron veinte solicitudes de asilo rechazadas. Paralelamente, Alizada y su hermana, Zahra, pudieron practicar diversos deportes, entre ellos el que se convertiría en su favorito, el ciclismo.
Después de nueve años exiliados, regresaron a su país de origen, donde las hermanas pudieron conocer realmente la pasión que este deporte les evocaba, al sobreponerse a un sistema profundamente represivo y unirse al equipo Nacional de Ciclismo de Afganistán Femenil, que generalmente recibía insultos y amenazas.
La valentía no solo la ha demostrado cuando se atrevió a desafiar un régimen profundamente machista, sino ser parte de la minoría Hazara, un blanco frecuente de secuestros y ataques. Incluso, en una ocasión, Masomah, fue atropellada al estar andando en bicicleta por un hombre que no se mostró preocupado sino orgulloso y burlón.
Estos mismos desafíos se vieron reflejados en el documental llamado ‘Las pequeñas reinas de Kabul’ donde retrataban a las dos hermanas afganas. La realización del documental llamo aun más la atención de las personas y el gobierno, por lo que las amenazas de muerte se hicieron más intensas, acuñado a su nominación del Premio Nobel de la Paz 2016 por unos diputados italianos.
Afortunadamente, aunque la atención acarreó una acentuada negatividad, también atrajo por fin una solicitud de asilo aprobada de Francia a las dos hermanas y al resto de la familia en 2017.
Ambas se matricularon en la Universidad de Lille, como parte de un programa de estudios especial para refugiados, Masomah pudo seguir compitiendo localmente al norte de Francia y este esfuerzo la llevó a ganar una beca del Comité Olímpico Internacional para Atletas Refugiados del cual actualmente forma parte, además de compaginar bien sus estudios de Ingeniería Civil con la práctica diaria de ciclismo.
“Mis ojos viendo el desierto y mi piel sintiendo el viento cuando estaba montada en una bicicleta me hacía sentir libre” ha comentado en diversas entrevistas, esperanzada que sirva de inspiración para que las cosas en su país cambien.
“Yo puedo mostrar con acciones, no solo con palabras que no hay límites si una trabaja y lo intenta. Además, me gustaría demostrar a los países que por primera vez vean a una mujer con un pañuelo sobre su rostro en una bicicleta, es solo cuestión de elegir y ellos tienen que respetar nuestra decisión”, explicó en una entrevista para BBC la joven de 25 años. A pesar de las luchas que ha tenido que mantener desde muy joven, cree que es necesario fomentar el deporte para que más mujeres y niñas se animen a practicarlo, pese a los riesgos que esto supone para así lograr cambios significativos.